09 julio 2008

Hoy no hay chiste


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7 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy me acuerdo de Malder, compañero de pupitre. Y de Bárbara y sus pantalones pintados con boli, y de Raquel y Jana… Y en todo el día no se me ha ido de la cabeza mi amigo Guille. Es “El efecto lupa”… Un millón de veces en el twingo de Pedro, partiéndonos de risa, cambiando sobre la marcha esa letra de “si tuvieras que comerte” por otra más infantil todavía. Y esa noche mágica en la que Jorge y yo nos hicimos amigos de repente, el último día de clase. Rober en Gredos diciendo “transparente” muchas veces, como al final de esa canción. El ritual de ir a comprar cada disco nuevo (Matilde alguna vez se adelantó, papel de regalo), y quitarle el celo en el metro.
Buenos conciertos, mejores compañías. Y Adolfo, que primero los cagaba y después se hizo fan. Conversaciones interminables con mi hermano, destripando las canciones de “El escarabajo más grande de Europa” … para él, lo de las venas vestidas de novia. También los libros de poemas, que hoy he vuelto a abrir… he encontrado subrayados los versos en que el autor plagiaba sus propias canciones. En el discman, yendo al instituto cada mañana... se ve que mi paso era constante, pues durante varios días sonó el mismo estribillo en la misma esquina. Hace no demasiado, una conversación-duelo con Matilde pinchando temas del ipod. Las canciones nos arrancaban lágrimas por quitarnos las palabras de la boca…

Hoy me han llamado varias personas para darme el pésame. Medían sus palabras como lo hace un doctor con el familiar del fallecido (tío, te tengo que dar una mala noticia… no sabes lo que ha pasado… ¿no te has enterado, no?…). Las canciones de Sergio Algora me han acompañado en tantos momentos que hoy estoy muy triste… Hoy no hay chiste.


Si aparto la cabeza de tu regazo
te digo que me siento peor
¿Con cuántos dedos rellenamos un guante?
Un cuerpo no es un sillín…

El primer erizo que cacemos
lo despuamos los dos
Dime qué da vueltas en tu boca,
qué es lo que me hace enfermar.

Si apoyo los dientes en tu regazo
te digo que me siento mejor
Hay tantos metros que no miden nada…
Están mis dedos para contar

El primer erizo que cacemos
lo despuamos los dos
Díme qué da vueltas en tu boca,
qué es lo que me hace enfermar.

Aquella vela siempre está encendida
y creo que yo puedo soplar...
El primer erizo que cacemos
lo despuamos los dos.

Tu casa llena de gases nobles
Yo los puedo envilecer
Díme qué da vurltas en tu boca,
qué es lo que me hace enfermar.

Si tengo que vivir con niñas huecas
el relleno lo pongo yo...
El primer erizo que cacemos
lo despuamos los dos.

Con cuántos dedos rellenamos un guante
Un cuerpo no es un sillín
Díme qué da vueltas en tu boca,
qué es lo que me hace enfermar.

Stan Mochales dijo...

Añadimos una lágrima y nos vamos en el twingo otra vez.

Anónimo dijo...

De lo único que puedo alegrarme, es de que fueses tú quién me llamase, Gonzalo.
Nadie más sabe de qué iba esto...
Estoy a punto de adelantarme y regalarte mañana el libro de relatos "a los hombres de buena voluntad", pero me niego a sucumbir al efecto póstumo de ser fan...creo que necesito esperar un poco.

Y que tú tienes algo de Sergio Algora y buena voluntad, ya lo sabes.

Un beso y unas lágrimas compartidas con Pedro y Barbi.

Matilde

Anónimo dijo...

Hola, he llegado hasta tu blog por un motivo luctuoso, una p*tada lo de Sergio Algora. He estado todo el finde escuchando y cantando las canciones a grito pelado...pero nada. El nudo de la garganta no pasa.
¡Qué pena que no sea rusa, señor!
:(

Rober Salas dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rober Salas dijo...

Mejorando un pelo mi epitafio y,
perfilando en el dolor los límites
de porcelana nueva,
las esquirlas.

Quizá al recomponerlo,
los pegotes de pegamento,
den el pésame mucho
y el olvídame poco.

No hay vuelta de hoja.
La página, como la línea, huérfana.

Pero mira mañana de nuevo, quizá él esté allí,
en la alforja del camello,
en la fuente, más allá, quizá.
Imagínatelo muerto
o durmiendo
o soñando, qué risa
con los labios grises.

Mira mañana. Quizá él esté allí,
cantando y viendo cómo en las fauces
los animales reconstruyen
sus besos, tan ancho.

Mira mañana de nuevo, quizá él esté allí,
a veces se iba de casa,
del cuerpo, de bares...
bajo las alas de las mariposas,
y estaba allí,
exiliado de sí mismo.

Estará allí mismo,
en el reflejo del brillo
de la joya que lleve,
bajando al panteón de las obras maestras,
la mujer portuguesa,


con sus acólitos.

Anónimo dijo...

A veces, pocas, para ser justo, lo que le pasa a otro me pasa a mi también. Coincide que es igual para todos los míos, los que yo sé que son los míos. Cuestion de sensibilidad. Alegrarse y sufrir por los amigos.
Sergio Algora era uno de ellos, me hacía llegar por telepatía lo que se suele compartir en bares o en la intimidad de un cuarto caliente. Era mi amigo, aunque él sólo pudiera intuirlo. Le voy a echar de menos.
Ahora voy a salir a comprar un podium y Sergio va a ser el primero. Nosotros vamos a estar rodeándolo.